miércoles, 30 de enero de 2008

IBM Y LA SALA CIRCULAR



Este mediodía he llevado a mi pequeña IBM a vacunar. Me ha tocado a mí por primera vez y he accedido con la curiosidad de observar las reacciones de la pequeña fémina ante tal afrenta.
Solo entrar en el ambulatorio su expresión ha cambiado. Sus coletas de Bú han menguado, y sus grandes ojos se han humedecido al recordar otros jeringazos, propios de su edad. He empezado a temerme lo peor. Escándalo público y un padre perdiendo los papeles ante un centenar de ojos, jurado popular, martillazo. "Veredicto. Padre blando como plástico en microondas".
Puerta número 5. "Ahá. Pone ENFERMERÍA". Doy cuatro golpes con los nudillos. Nadie contesta pero escucho rumores. Decido abrir la puerta. Una chica de catorce años está sentada delante de la enfermera junto a su madre. La señora tiene cara de preocupada. Me ruegan que espere. La escena, a tener en cuenta la expresión de la niña y la madre al girar sus cabezas hacia mí en cámara lenta, ha sido un híbrido entre un plano medio de David Lynch y otro de Stanley Kubrick.
Miro la sala de espera circular. Completamente vacía, como un templo erigido al Dios de la Ciencia. Me siento con IBM.
Esta niña es la leche. Porque sabía de sobras que del jeringazo no se salvaba. Porque sabía de sobras que era inútil luchar, llorar, ejercer su derecho al pataleo, ya que el resultado hubiera sido el mismo. Así pues, y haciendo uso de la capacidad innata que todos tenemos para crear maniobras de escapismo, la diminuta ha empezado a abstraerse en su particular mundo interior, a cien años luz de aquella sala de espera. Tras pasarse un par de minutos rascando los relieves de una silla de plástico de color hueso mientras dilataba y comprimía sus pupilas a una velocidad nunca vista por mí hasta entonces, me ha pedido que la sentara en mis rodillas. Y así, esperando el turno, IBM se ha dormido en mis brazos como si no hubiera pegado ojo en años, una modorra narcótica provocada a partes iguales por su urgente necesidad de desconectar, y por el desfile de mis dedos en su pelo, un masaje pausado pero constante. Al ser la pequeña, apenas he tenido la oportunidad de pasar un tiempo a solas con ella, así que, en aquella sala de espera circular, he tenido un momento claro de éxtasis que he procedido a recordar durante el resto del día relamiéndome los bigotes.
Recordatorio personal. Nota 1: Las cosas increíbles suceden donde menos te lo esperas.
Cuando han abierto la puerta de enfermería, la niña de catorce años y su madre han salido como una exhalación. La píldora del día después podría hacer efecto en cualquier momento, he pensado. A cada época, distintas preocupaciones, he concluído (y así me lo ha corroborado la enfermera con la que he jugado a un pim pong verbal repleto de ácidas indirectas acerca del "maravilloso" mundo del Adolescente Sordo, mientras que, para mis adentros, he recordado a aquel chaval que fui y he pensado en la inmensa suerte que tuve más de una vez, sobretodo aquel inolvidable día de la "Orgía Porfía", aquellas surrealistas vacaciones en Nairobi con la excusa de un intercambio cultural de jóvenes talentos que finalizaron con un intercambio de fluídos con un colegio de féminas francesas de viaje de fin de curso a las que nos cepillamos unos cuantos amigos de expedición, y creo recordar, aunque de manera turbia, a unos cuantos nativos sumándose a la fiesta, a un explorador danés recuperándose de fiebres tifoideas, y creo recordar también a una profesora de latín sevillana y a una iguana bastante entrada en carnes, la cual se sumó a la fiesta del chupeteo en aquellas camas adornadas con mosquiteras, muy sensuales, por cierto).
Bien mirado, mejor llevar a IBM a vacunar.
Por lo que respecta al pinchazo, obviaré la mirada de IBM cuando la he sentado en la camilla. Porque con sus ojos me ha gritado claramente "¿Por qué me has llevado aquí, cacho perro?". El llanto, no obstante, ha sido resignado, propio de una fémina. Muy digna, la verdad, como siempre es IBM.
Luego nos hemos largado a un bar. IBM se ha tomado un Bourbon y servidor un cortado. Me ha comentado que quiere dejar de fumar pero no encuentra la voluntad suficiente, y entre confidencias me ha dicho "con respecto a lo de la vacuna, pelillos a la mar.Te lo perdono a cambio del último libro de Paul Auster el día de mi cumple".
No. Tiene 2 años. Esto no ha sucedido.
Puede que yo también me hubiera dormido en aquella sala de espera circular.
Incluso puede que TODO sea un sueño.
Ustedes, el mundo.....TODO
Pero a veces este sueño es BONITO.
*la foto es de mala calidad. La tomé en aquellas vacaciones. Aquí dormía Brigitte. Ahhh, Brigitte.....

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User Comments
Que casualidad [Reply]
Berto 06 Febrero, 2008 21:34
Hay que joderse... tengo una niña de la misma edad, con los mismos tirabuzones, y a la que esta tarde he llevado a vacunar.
Lo que es una pena es que yo no estuviera en Nairobi, porque ya puestos... no costaba nada, joder!
un abrazo, santi
Berto
recuerdos de la sala [Reply]
Iru 06 Febrero, 2008 10:03
Vaya con la sala circular. que montón de horas hemos pasado en esa sala. Veo que todavía siguen las mismas sillas... aquellos maravillosos años. quién no ha estado en esa sala acompañando a una chica de 14 años?
aquellos maravillos años... por cierto yo me perdí lo de Nairobi!!!
besos a IBM i a LBMEl cojo...
calidoscopio panfleto crero y LOLultural de feb [Reply]
santon 05 Febrero, 2008 14:55
Hola!!
http://www.calidoscopio.net/2008/02Febrero/Musica01.html
saludos y besos
!!! [Reply]
Pi 04 Febrero, 2008 01:44
Acabo de llegar a tu blog y me encuentro con este maravilloso post. Me encanta esa IBM, y más si con dos años me la imagino en conversación trascendental de copas y con papá. Maravilloso. POr aquí pasaré!Un saludo!
(no subject) [Reply]
Dua 03 Febrero, 2008 04:37
A mi de petita (posa-hi uns 4/5 anys) em van portar durant bastants anys cada diumenge a vacunar a l'hospital perquè tenia una malaltia. Els meus pares em deien que anàvem a comprar joguines perquè no em tirés del cotxe en marxa i sempre acabàvem a l'hospital i sempre m'ho creia i després (evidentment) sempre plorava i els maleïa.Et dic una cosa, els records de les vacunes MAI s'obliden, així que més val que quan portis a la nena a punxar-se li diguis la veritat, li compris tota la bolleria industrial del super del costat i li facis trenta massatges si no vols que et surti una mala peça com jo.
je.
(no subject) [Reply]
dani 01 Febrero, 2008 16:00
q maco, m'ha agradat molt, bisbe.
que penita [Reply]
marga 31 Enero, 2008 23:41
jo, que mál me sabia lo de las dichosas vacunas, me daba tanta penita que los pincharan, que abeces pensaba en largarme.bueno yá no me acordaba de todo esto, gracias por recordarmelo, antes de un inebitable pinchazo se viven momentos muy intimos entre padres e hijos.un besito a la peque.
.... [Reply]
clarissa dalloway 31 Enero, 2008 21:37
me ha encantado el detalle de la profesora de latín sevillana... esos seres están por todas partes!!!!! se multiplican y aparecen incluso en las cerdas de los cepillos de dientes recitando el "arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris..."
... [Reply]
Adivina 31 Enero, 2008 20:05
... Ya has acabado de hablar del disco?
Vacunando lo vácuo [Reply]
El Inspirado 31 Enero, 2008 18:30
Padres e hijas que se vacunan mutuamente en salas de espera circulares. Un día será ella quien te acaricie los cuatro pelos en guerrilla y la que te lleve a pinchar.
Pero no quiero ser cabrón. Eso no va a pasar, porque esa niña no va a crecer.
Un abrazo lesbiano
(no subject) [Reply]
Pekisch 31 Enero, 2008 07:50
creo que si tuviera que ir a vacunarme de algo ahora, me tomaría el bourbon antes de entrar

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