jueves, 28 de julio de 2011

Mi primer bolo...



















...pues eso...entregao, oiga...


martes, 7 de junio de 2011

MOOG

La última vez que vimos a nuestro perro Moog se lo estaba llevando la corriente del río. Os hablo de hace diez años, pero recuerdo la imagen de una manera vívida. Hacía un día que lo habíamos adoptado, diablos, solamente un día. Por lo visto mi hermano Austin lo había encontrado vagando por el barrio de Gràcia sin cadena, ni chip, ni ánimos de andar, según me dijo. Cuando lo vi por primera vez mi hermano lo llevaba en brazos y gemía. Moog no era de ese tipo de perros abandonados escuálidos, en realidad padecía de un ligero sobrepeso, tenía pinta de bonachón, y no parecía hambriento. Según Austin tenía bastante cara de imbécil, a lo que yo le dije “Sí, pero de imbécil esperanzado”. Yo andaba por los trece granudos años y Austin recién había cumplido los doce, le olían las axilas a mil demonios y padecía de trastornos puntuales de personalidad. He de decir que mi hermano odiaba los perros desde que tenía cinco años, así que no acabé de entender aquel Beau Gest por su parte, pero me ilusionó aquel cambio. Al preguntar a algunos vecinos si sabían de qué raza era aquel chucho, todos nos dijeron. “Es un Golden mezclado con otra raza indefinible, es bastante feo, pero indudablemente tiene el gen de los perros cremosos”. Luego algún vecino le dijo a mi hermano “déjalo en el suelo” y él contestó que tenía miedo que se largara corriendo así que prefirió tenerlo en sus brazos. Otros nos dijeron. “Son espléndidos nadadores, los Golden, sus antepasados ayudaban a los pescadores en el Mar del Norte”. Nos lo llevamos a casa, Austin lo depositó en la alfombra para que durmiera. Al día siguiente, compré algo de comida y robé una moto en la calle Aragón con Dos de Mayo, subí a casa y desde la calle llamé a mi bro. Austin bajó de casa, de nuevo con el chucho en brazos. El plan consistía en dejar aparcadas nuestras pocas obligaciones académicas para irnos con el perro a dar una vuelta. Austin me propuso el tema del nado, y al cabo de medio minuto ya andábamos los tres, un miércoles por la mañana, saliendo por la Diagonal en dirección a Sant Vicenç dels Horts. Yo conducía y Austin iba de bulto, con el perro en brazos, lengua afuera, babas y más babas. Le dije al Austin que sabía de un sitio por el que podíamos pasear con ese chucho mestizo, y quizás verlo nadar. Era justo frente a esa localidad, por debajo del litoral y de la futura vía del Ave. En medio de aquel Escalextric de asfalto y acompañado por una hilera de huertos que aún justificaban el nombre del pueblo, resistía la ribera del río Llobregat. Hicimos moto cross por el camino al lado de algunos ciclistas en paro, el perro disfrutó el viaje, quizás no tanto como nosotros porque llevábamos la gustera de un par de porros de Super Skunk y nada en el estómago. Recuerdo que el río andaba crecido. Austin me dijo “antes no te lo he dicho porque llevabas la moto pero en aquel montículo hay dos tíos pegando un polvo, uno es joven y el otro es una auténtica momia, la momia hace cara de dolor sumo”, y yo, como un idiota, piqué. Llegué a aquel montículo de plantas silvestres y no había nadie. En mi camino de regreso a la orilla me di cuenta que mi hermano ya no llevaba el perro en brazos, de hecho Moog se había zambullido en el agua, en realidad, al iniciar mi ascenso de paparazzi donde se suponía habían dos tipos dándose por el culo, había escuchado un “splash” a mis espaldas bastante ilustrativo. Recuerdo que pasó un ciclista, de aquellos que arrancar a explicar cosas sin que nadie se lo haya pedido. El ciclista de marras nos explicó que aquel abundante caudal era debido a unas fuertes lluvias acontecidas la semana anterior, y nos advirtió también del peligro de los remolinos. Desde la orilla observamos como Moog nadaba un poco indeciso, en verdad, parecía que no hiciera nada, hasta que aquel bote de lejía de dos litros, vacío, pasó por delante suyo, a la deriva. Me dio la impresión de que el bicho había tomado aquello del bote como un reto. Salvar un bote de lejía tirado por algún desaprensivo al que le sudaba sobremanera el tema de la ecología, supongo que quería alcanzarlo con el ánimo de impresionar a sus nuevos dueños, pues no era nadie, el Moog, pensé. En cuestión de medio segundo ya teníamos al perro activo, ladrándole al bote. Me fijé que únicamente movía sus patas delanteras. Entonces, sin que Austin ni yo pudiéramos hacer algo por él, observamos como la corriente empezaba a alejarlo de nosotros y se lo llevaba río abajo, dirección al mar, unos cuantos kilómetros hacia el Este, concretamente hacia la playa de El Prat. Austin me dijo que si decidíamos correr por la ribera siguiéndole aquello era mucho andar, unos cinco kilómetros. Moog intentaba volver, pero pronto se dio cuenta que aquello iba a ser una tarea del todo inútil y optó por relajarse, y en aquel improvisado rafting, admirar el paisaje. Al ver como Moog se dejaba llevar por el destino, le dije a mi hermano “Voy a coger al que nos dijo que los Golden nadan bien y le voy a reventar el bazo a patadas”. Créanme. Moog parecía un tipo sin piernas ni brazos y es que, hombre, las cosas como son, había algo de corriente, sí, pero no había que ser el puto Michael Phelps de los canes para volver a la orilla. Recuerdo que antes de perderlo de nuestro campo visual el chucho nos miró. Seguía teniendo cara de imbécil, pero ahora de imbécil resignado. Supongo que nosotros también. Nunca más lo volvimos a ver.

El bote se encalló, por cierto, en uno de los saltos de agua artificiales.

We´d go down to the river, and into the river we´d dive, oh, down to the river we´d ride….Bruce.

sábado, 16 de abril de 2011

Mi amigo...

...C-C ES UN AUTÉNTICO AHUYENTADOR DE CHICAS.

La fórmula funciona.

Mis teorías se han ratificado.




martes, 8 de marzo de 2011

PUES AQUÍ SEGUIMOS.


Caigo, en horizontal, desde una altura aproximada de dos metros, de espaldas, y encima de una botella de cerveza.
Recuerdo que desde el suelo me observa la gente, con las bocas muy abiertas. Suena "algunas plantas" y servidor, como el protagonista de la canción, como yo mismo hace diez años, desplomado en el suelo de una sala. La vida es una extraña capicua.

De las siguientes canciones, unas cuatro, apenas conservo recuerdos. Lo único que sé es que subo y acabo el concierto como puedo. Luego urgencias. En el hotel de Valladolid, duermo encima de una silla con la cabeza apoyada en el colchón. La posibilidad de estirarme en horizontal es absolutamente inviable.

Días después, visito la mútua: radiografías, bromitas del doctor, y un futuro TAC para ver el alcance de la contractura porque la mejora es tan lenta que parece inexistente.
Hasta aquí "the algunas plantas experience". Ha sido bonito menos el final.

El médico de Barcelona me suelta que ni se me ocurra hacer los 3 conciertos en Razz. Le contesto que es una situación excepcional, son seis mil y pico personas, muchos aviones, es el puto final de gira. Me aconseja infiltrarme. Le digo que nanay. No sirve de nada hacer el primer concierto del todo envalentonado y levantarme el viernes para cancelar los otros dos. Los hago, así pues, tal cual estoy, sin aditivos...simplemente calmantes musculares y antiinflamatorios.
Estoy lerdo. La cabeza no me funciona muy bien. El cerebro es un músculo, así que también anda relajado, laxo. Desde luego este mes no inventaré la teoría de las supercuerdas.

Han pasado quince días y aún necesito estudiar los movimientos para entrar en la cama, o salir de ella. La ciática es lo peor, después del Clúster. Mira por donde, el Clúster me ayudó a relativizar el dolor, incluído éste. Pero atarme las bambas es una tarea de titanes. Subir al coche me recuerda los movimientos de mi abuelo, con 91, subiéndose la pierna con la ayuda de sus brazos. Pues mira que tenía moral el hombre como para salir a un restaurante tal y como andaba al final. Son cosas que uno valora cuando le pasan en primera persona.

Esto va para largo. Todo el mundo de mi alrededor sabe que soy muy mal enfermo y peor convaleciente. Detesto ir al médico, destesto la burocracia, no he ido en décadas solo por no llamar. Como mínimo, ahora fumo menos.Cualquier arrance de tos literalmente me hace ver las estrellas. He visto a Lady Gaga, y a Elvis.
No podía empezar peor la post-gira.
Hasta luego, sexo....(ésto es para dar mucha lástima. En verdad una de las cosas que más me gustan en la vida es hacerme la víctima).
Joder.
Hay que remontarlo.
Vamos, chaval.

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA CLAVE


En todo el mundo hay vasijas de mentira que imitan a tiempos clásicos, y que están a punto de estallar. Hay cientos de bustos falsos en recibidores en casas de verano. Uno de ellos estaba en el pasillo de la Colonia Guell, y cuando relampagueaba, parecía que cobrara vida, y que aquellos ojos sin pupila me miraran, severos, otras veces guiñándome el ojo en aquel perfecto delirio que fue mi infancia. Nunca he pasado tanto miedo, como en las noches de las lluvias de agosto, terribles, terribles, terribles, celestemente ruidosas, donde me encontraba a solas en aquel inmenso caserío, con la segunda planta vacía casi siempre, mi abuela durmiendo en una cama con cabezales dorados y gélidos, y, con ella ya dormida, una película de la Hammer, en blanco y negro, con Cristopher Lee dándolo todo, y luego el coloquio, con la enigmàtica música de "La Clave" accionando hemisferios dormidos, y Balbín fumando pipa y moviendo su silla como Nerón complaciente, y aquellos invitados blanquecinos, como salidos de un sepulcro, encorbatados, asegurando casi casi, que el licántropo existía. Por aquel encontes no podía creer que hablaran de monstruos con tanta frialdad. Entonces miraba por la ventana, a las once de la noche, y miraba la parte más sombría del jardín. Y los relámpagos, de nuevo. Y parecía que en el extranjero pasaban cosas terribles, sobretodo por Transilvania (a la que no podía señalar en el mapa) y yo tenía seis años, y aquellos agostos eran la hostia porque no controlaban las horas de mi sueño y era el último en irme a dormir (como ahora), y yo ahí, viendo a los tertulianos en pijama, me daba la impresión que aquellos tipos, hablando del demonio, en realidad lo estaban invocando. Había un rumor de pasado en aquella casa. Un rumor terrible, un eco de una desgracia, o más bien de un disgusto, una leve electricidad negativa que los niños, los niños más que nadie, detectan, y que años después comprendí. Y los niños no se notan a salvo en ningún lado. Porque el miedo les ha calado los huesos.

Por aquel entonces, repito, no podría creer que hablaran de monstruos con tanta frialdad.
Os aseguro que ahora les entiendo.

lunes, 19 de julio de 2010

...manos....barro

Estuvo toda la noche tocándome...sus manos de escultora fueron poco a poco subiendo desde mis pies hasta la nuca.Pasó por todas mis geografías, las conquistó y acto seguido repitió el procedimiento.A cada movimiento de sus yemas me daba cuenta que me estaba moldeando a su gusto, como en realidad quería que fuera.En mi laxitud post coitum me dejé llevar.

Por la mañana,al mirarme al espejo, no me conocía ni la madre que me parió. Medía veinte centímetros más, mis facciones eran ovaladas. Tenía dedos de pianista, ni siquiera respetó el lóbulo de mis orejas,acaso lo que más me gustaba.

Me he tenido que hacer el dni de nuevo.

De ella, ni rastro.

viernes, 2 de julio de 2010

THE CUCARACHER´S INN.

Invoco al espíritu de la comprensión para que me explique por qué acudo a ese bar cada mañana.
-Su dueño es lo más cercano a una barracuda que conozco. Cuando me mira con esos ojos saltones y sus dientes inferiores, separados y afilados, sencillamente, la temperatura de mi sangre está a punto de dejarme frente a él como Harrison Ford cuando, a instancias de Jabba, es bañado en hidrógeno y congelado. Luego, con esa voz ronca me increpa un "¿Qué quieres?" más cercano a "aquí no compramos lotería" que a los buenos usos y expresiones de todo aquel que pretende ganarse una clientela. Y no es que vaya precisamente sobrado de seres humanos, no. Poco a poco los clientes han ido emigrando hacia otros lares. Pero yo, incomprensiblemente, por algo que se escapa a mi entendimiento, me mantengo allí, en la barra, cada mañana con mi cortado, leal a sus malos tratos.

- La higiene del antro deja mucho que desear. Ayer mismo alguien me tocó la espalda y me dijo "Eres el cantante de lol, no?". Me giré y era una cucaracha gigante, un auténtico bicho de los tiempos remotos. Simpático, eso sí, me comentó que se había enganchado al grupo a raíz de "Maniobras de escapismo". Como la mayoría, le dije. Luego me hice una foto con él y se largó, ya que tenía trabajo. Por los suelos había un montón de mierda que tenía que llevar a su casa. Había sido padre de cuatrillizos, lo felicité y di recuerdos a su señora esposa.

- La clientela del antro deja tanto que desear como la higiene del mismo. Son ruidosos, maleducados, auténticos entrenadores potenciales de fútbol, incluso he contabilizado a tres potenciales presidentes de la Generalitat por parte del Partido Popular (manda huevos que el PP haga estragos en algunas mentes de la clase obrera). Por supuesto, y pese a llevar cincuenta años en Catalunya, el idioma de marras les suena igual de exótico que el bielorruso, no han querido aprenderlo ni lo harán jamás. Nunca me las he dado de nacionalista, pero luego ves a un japonés que lleva siete meses en Barcelona y que ya lo habla y piensas "claro, claro, es que es muy difícil". Da igual donde estén, les importa un comino. Ni siquiera tienen la inquietud de conocer otro tipo de culturas para enriquecer algo sus vidas. La vieja España de "por mis cojones" persiste en diversos focos a lo largo y ancho de la Península.

Los trifásicos hacen estragos de buena mañana. El alcohol, en todas sus variantes.

Los que trabajan por la mañana en la barra se dedican a maldecir a los del turno de tarde. Pero, cuidado, no se trata de empleados, no. Son familia. Son primos. Los unos denominan cerdos a los otros, y viceversa. La cuestión es que, si uno va a mear al lavabo y echa una ojeada al almacén, eso, por compararlo con algo inconcebible, es Kabul. Cajas de cartón vacías desparramadas por el suelo, palos de fregona destrozados, líquidos de bebidas impregnando el suelo-trampa, donde seguramente, si lo pisas, morirás de inanición deseando escapar.

El hijo de la familia está un poco mal de los nervios. Una vez, pidiéndole un cigarrillo a su madre para el colegio, la amenazó con un bonito "que te crujo la cabeza", pronunciado casi sin consonantes, gutural. El gesto potenciador fue una espantada de brazos, así, intimidatoria. Una vez, hasta arriba, supuse que de speed, se dedicaba a intimidar a la gente en la acera frente al negocio de sus padres. Estaba fuera de sí, reía y amenazaba. Como Jack Nicholson en "The shining".

El aire acondicionado, destartalado y lleno de polvo, es como la nave Enterprise de la fauna de insectos que pueblan la barra. Ayer mismo tuve que agitar El Mundo Deportivo de manera violenta para evitar que un trío de bichos, los Police, subieran por mis manos.

Entras, dices "buenos días" y recibes un saludo silencioso. Te vas, dices "buenos días" y como si oyeran llover.

Las mujeres hablan de Belén Esteban y los hombres de Villa o Iker Casillas. Hablan de bajas, sobretodo de bajas. Que los empresarios son unos hijos de puta. Que Rajoy los salvará. Otros dicen lo contrario, para ser justos.

Nadie los salvará. Siento decirlo. Están condenados desde hace mucho tiempo.

No voy a entrar a describiros su higiene personal. Es demasiado duro para el planeta. Con escribir lo que escribo ya tengo la extraña sensación de contribuir a la polución universal, aunque sea en vuestras mentes.

*Nota: para ser justos, el castellano, dominarlo, tampoco es que lo hagan con soltura. Digamos que "gritan".

El otro día vi a un tipo que había dejado a su mujer y a su bebé a pleno sol, esperándolo. Hasta que no dejó cincuenta euros en la máquina de frutas, la posible insolación de su familia era una posibilidad que él, corto como pocos, ni siquiera contempló.

Sin embargo, allí me mantengo. Como una mosca en la pared. Una mosca espía. Escuchando, analizando, casi siempre flipando. Debo estar tomando notas, sin saberlo, para algo. Pero...¿algo tan cutre?

¿Hay otra explicación?

Creo que lo cierran en Septiembre. Me lo ha dicho un pajarito importante. Alguien que tiene información de primera mano. Y yo me lo creo. Pero, joder, me sabe mal. Ya era una "sana" costumbre estar ahí a las 09 15 , como un reloj. Que me miren y me desprecien.

Que me desprecie la basura. Eso no lo puede decir cualquiera, no.

Debe ser que, en el fondo, soy peor que la basura.

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