lunes, 12 de enero de 2009

RUTINAS DEL MONSTRUO

UNO
Después de que el monstruo se pusiera los zapatos de tacón. Después de que revelara las fotos en la pica de la cocina del portero. Después de que guiñara el ojo a aquel taxista inmundo. Después de encontrarse a su vecino fatigado en la escalera y que se lo comiera sin masticar. Después de hacer señales de humo en el terrado. Después de mirar una pelota incrustada en una reja del colegio adyacente desde que solo era un niño monstruo. Después de que tocara Para Elisa en un peine musical. Después de pegarse algunas risotadas con las gotas de laca esnifadas junto al pote. Después de advertir con un cartel en el ascensor que el monstruo que levantaba piedras, la revuelta posterior de la piedra, y la fiesta de reconciliación entre ambos serían fijadas para una fecha ni muy cercana ni muy lejana, como el fin del mundo. Después de auto nombrarse Sir, y Lord, y Lady, con toda la pompa que la ocasión merecía. Después de regañarse mientras miraba los azulejos sucios del lavabo. Después de mirar aquellas gotas de suciedad con relieve, las cuales llevaban incrustradas en los azulejos en el lavabo tanto tiempo o más que aquella pelota pinchada en una reja del colegio. Después de llamarse señoría mientras se autollamaba por teléfono. Después de leer un papel de periódico empapado en lejía por la portera del inmueble. Después de deglutar caramelos de fresa, y digerirlos en medio minuto. Después de mirar el puerto desde la ventana. Después de tender la ropa peluda. Después de mirar por el microscopio, telescopio, y batiscafo con el que observaba a la vecina de arriba en la ducha. Después de darse de cráneo contra un pequeño altar dedicado al Dios Topo, que no era más que un cromo. Después de ser modisto para un alter ego que dominaba la samba. Después de dominar la dirección de los vientos. El monstruo se fue a dormir y pensó que había aprovechado el día.
RUTINAS DEL MONSTRUO. DOS
Después de desayunar café con marihuana. Después de arreglar la bicicleta peluda. Después de molestar un rato por teléfono a gente que no conocía. Después de llamar al timbre de la vecina durante diez minutos sin soltar el dedo del botón. Después de la cara de la vecina, y la del maromo semi-velludo que asomaba en la cama. Después de saludarles amablemente y explicarles que había llamado a la puerta para decirles que sentía mucho haber llamado al timbre de aquella manera.
Después de pedir algo de perdón para la cena.
Después de obligar al cura confesor que le revelara los centenares de secretos del barrio. Después de que mirara el puerto desde la ventana, ahora de color rosa. Después de gozar de la fealdad mirando la etiqueta de una ITV que había robado a otro vecino. Después de que dijera “corten” adivinando el momento en el que llegaba la publicidad en la película de su propia vida.
PUBLICIDAD.
Después de autocensurarse cuando se metió un dedo en la axila de color rosa. Después de tirar huevos a los niños que le llamaban cosas feas. Después de irse a dormir treinta veces antes de desvelarse por completo. Después de bostezar mil veces antes de comerse aquel Tritón imaginado. Después de darse cuenta que habia ingerido su almohada y después de excretar sus plumas. Después que aquel cofre repleto de gente diminuta con lentes de aumento gritaran al unísono que NO existían. Después de aquel shawarma de serrín y plástico. Despues de clavarse en el estómago una esquina de un marco de fotos con Ingrid Bergman y extraerla por su espalda. Después de estar postrado un buen rato en el suelo de la cocina preguntándose como diablos había ido a parar al suelo de la cocina. Después de santificarse mil veces para conseguir poder místico. Después de inhalar el Espíritu Santo. Soñó soledades no impuestas y compañías deseadas. Después de ser el sponsor de su hora micciatoria. Se puso un traje de monja-cebra y, con la nariz de pez martillo de mosquitos, se sentó en la cama. Se durmió sentado. El reloj de cascabel sonó y mordió al monstruo a las siete de la mañana. Se hizo un vaso de leche con almendras y algo de serrín, por comer algo sólido. Se duchó con un libro homenaje a Gainsbourg escrito por el mismo monstruo, un libro que leyó todo lo que fue capaz, porque el agua de la ducha ya derretía sus letras. Se fumó un cigarrillo sin cerrar el grifo. Masajeó sus cervicales con el fémur de un ectoplasma. Después de pensar si los globos que vendían en el Tibidabo podían ser considerado por los naturalistas como un ente invertebrado de núcleo gaseoso. Después de pensar en qué es lo que piensa el planeta Tierra, me refiero a qué país el considera su centro, y cual su espalda, y cuál es su culo, y como diablos se establece el centro en algo que es pura circunferencia. Después de preguntarse si los cerebros, cuando uno piensa mucho, hacen bola, como los gimnastas. Y después de preguntarse si el alma se quiebra, como una costilla. El monstruo apuntó sus nuevas rutinas. Para él eran cosas que nunca había hecho antes, pero el monstruo pensaba que la vida se repetía en un ciclo continuo, y que siempre iba a ser monstruo, y que las sorpresas no eran tales, sino que nosotros éramos desmemoriados. El truco de la sorpresa era fácil. Todo se olvidaba. Cuando despertaba, el monstruo nunca sabía si aquello era novedad o pura inercia.
En realidad todo empezó a perder sentido desde el inicio.
Y el agua iba derritiendo las letras de su vida, sobretodo las de su pasado.
Y las letras eran lágrimas y no hay más que hablar.

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lafán 12 Febrero, 2009 14:01
Nadie ha hablado de lo triste y real que es este texto
cerebro bola

ji 16 Enero, 2009 01:27
Se quiere venir al homeópata conmigo?...
Después, claro!
with the calm..

Natalia 15 Enero, 2009 02:05
Supongo que lo único que diferencia a una persona normal de un monstruo es una buena razón...
regalitu

n.e. 13 Enero, 2009 11:39
Ere u moTTuo..gracias por escribir.Ahí va un regalituuu!!!
http://www.taringa.net/posts/imagenes/964214/Liniers---Macanudo:-Todo-Olga!-(humor-gr%C3%A1fico).html
después de leer

lckjsd 12 Enero, 2009 23:25
debes parpadear palabras. y con cada abrir y cerrar de ojos eres capaz de ponerlas justo en el momento adecuado.
que final más bueno.
a mi me gustaría compartir piso con este monstruito.

1 comentario:

  1. quisiera decir muchas cosas pero...no hay más que hablar.
    Si...el alma se quiebra.
    Todos somos nuestros propios monstruos.
    Tu me apareces como un prodigio.

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